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El secreto del guitarrista
Los cantos de aquellas personas llenaron la ciudad. Cada semana, sin excepción, los miembros del grupo Mant cantaban al atardecer para ahuyentar a los malos espíritus. Gracias a su encomiable labor, la ciudad de Saricega se había mantenido intacta cuando sus municipios vecinos ya habían caído tentados por la poderosa fuerza que corrompía las almas de sus habitantes. Los amuletos habían perdido su fuerza y los antiguos conjuros ya no tenían su efecto protector. Por eso, el grupo Mant se había convertido en uno de los más venerados por los habitantes de Saricega. Sus voces continuaron inundando cada rincón de la ciudad tan solo acompañadas de la música que nacía…