
Luke Alexander Ravenswood entró en el estudio de Proyecto Intermundo con el semblante serio. Su penetrante mirada desigual se clavó en mí tan pronto como me levanté de mi silla. Dejé a un lado Un linaje oscuro, la novela de Victoria Vílchez en la que lo conocí y me obligué a sostener su mirada. Su ojo azul parecía brillar con determinación mientras que su iris oscuro ocultaba todos los secretos que había ido descubriendo poco a poco gracias a Las Crónicas de Ravenswood.
―Bienvenido, Alexander. ¿Quieres tomar algo?
―Si tienes vino tinto, no me negaré. Algo fuerte para olvidar ciertas… responsabilidades no estaría mal.
Hablaba con voz pausada y tono profundo. Le serví una copa de uno de los vinos que me traía mi amiga Lucía de la zona de Jerez y se lo entregué indicándole que tomara asiento en el sofá de los invitados. Él evitó tocarme mientras le tendía la copa y se sentó con el semblante tan serio como cuando había entrado en el estudio.
―Me alegra tenerte aquí y que puedas descansar un poco de tus obligaciones en la academia.
―Las obligaciones seguirán allí para cuando regrese, me temo.
Le sonreí, aunque él no me devolvió la sonrisa. Carraspeé con cierto nerviosismo, ordené los papeles de la entrevista y me animé a empezar tras asegurarme que mi invitado se encontraba cómodo:
―¿Cuál ha sido el momento que ha determinado tu vida?
―Cuando lo viví no supe verlo así, pero creo que al final el tiempo ha decidido que el día en que Danielle Good entró por la puerta de mi casa fuera el día que lo cambió todo.
―Fue el comienzo de toda una lucha de superación, aceptación y supervivencia ―Alexander asintió como ausente dando un trago a su vino―. ¿Cambiarías alguna decisión de tu pasado?
―Por supuesto, ¿quién no lo haría? Conocer el futuro revela muchos errores en el pasado. Sin embargo, he aprendido que cambiar el pasado siempre tiene un precio. Y yo ya he pagado demasiado.
Asentí recordando todo lo que había tenido que sacrificar a lo largo de su vida y sentí cierta compasión por él. No dejé que se me notara, sabía lo que él pensaría de ello. Por eso, tragué saliva y me esforcé por continuar con la siguiente pregunta:
―Dime, Alexander, ¿con quién has tenido más afinidad en tu historia?
―La afinidad la guardo con quien comparte mis secretos sin juzgarme, quien me ha acompañado en el tiempo y ha sido capaz de sostener mi mirada. Raven y Wood fueron un apoyo incondicional y no sabría vivir sin ellos.
―Puedo imaginarme lo que significaron para ti. ¿Y si tuvieras que elegir a alguien con quien tienes menos afinidad?
Dio un trago a su vino y se recostó en el sofá.
―Hay unos cuantos nombres que se me vienen a la mente, algunas personas con las que comparto linaje, otras con las que comparto simplemente momentos. En cualquier caso, digamos que los traidores y yo no nos llevamos bien. Pero no voy a dar ningún nombre. Lo mejor será que cada uno lo descubra a su tiempo.
Asentí y sonreí agradecida. Las Crónicas de Ravenswood albergan secretos y misterios que es preciso descubrir con calma para poder saborearlos. Victoria Vílchez hizo un trabajo exquisito relatando la historia de Alexander y Danielle y supo enseñar sus cartas en el momento oportuno.
―¿Tienes algún modelo o referente a seguir fuera de tu mundo?
―Sin duda, Raistlin Majere. Ese hechicero sabe lo que es caminar en el filo de la luz y la oscuridad. Y lo más meritorio es que sobrevive para contarlo.
Asentí recordando el día que entrevisté al mago y los imaginé sentados juntos en el sofá, compartiendo estrategias para dominar la oscuridad y secretos que solos sus mentes atormentadas podrían llegar a entender en plenitud.
―Una elección magnífica, Alexander. ¿Cómo te describirías en tres palabras?
―Férreo, leal, sombrío.
―¿Qué lección crees que se puede aprender con tu historia?
Guardó silencio un instante antes de responder con voz profunda:
―Que el poder no siempre es la solución. Y que, a veces, lo más valiente es apoyarnos en quienes nos aman, aunque creamos que eso representa nuestra vulnerabilidad.
―Que bonitas palabras. ―Un atisbo de sonrisa se le dibujó en la cara durante un segundo, fue tan breve que creí habérmelo imaginado―. Llegamos al final de la entrevista. Dime Alexander, ¿qué animal serías?
―Puede que suene a tópico, pero sería un cuervo. Vigilante, leal y siempre dispuesto a planear sobre el caos.
Lo miré mientras apuraba la copa de vino y fantaseé con encontrar su color dorado de pelo en el plumaje de un cuervo. Sin duda sería algo que recordar.
Lo invité a tomar algo, pero rechazó la invitación. Alexander Ravenswood no se encontraba cómodo entre grandes concentraciones de gente y lo cierto era que en mi ciudad aquello era una constante. Dos inmensos lobos, uno blanco y otro negro, fueron a recogerlo y los tres miembros del linaje Ravenswood recorrieron las calles de Madrid de vuelta a su academia de brujos oscuros. Yo subí de nuevo a mi estudio y guardé Un linaje oscuro en la estantería, justo antes de La marca de los malditos y Las puertas del infierno. Fue todo un acierto adentrarme en la historia que Victoria Vílchez me contó sobre Alexander Ravenswood y Danielle Good.
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.