Agente Nobbs (Mundodisco) en Intermundo

Portada de la novela ¡Guardias! ¡Guardias! escrita por Terry Pratchett, con el sello de Proyecto Intermundo.

El agente Nobbs, (Nobby como acabé llamándole al final de la entrevista) eran tan pequeño que me costó reaccionar cuando le vi entrar por la puerta del estudio de Proyecto Intermundo. La descripción que Terry Pratchett había hecho de él en su novela ¡Guardias! ¡Guardias! era muy acertada, pero por alguna razón mi mente se negaba a creer que pudiera existir un hombre tan delgado y bajito como el agente Nobbs.

―Bueno, pues ya estoy aquí ―dijo con un resoplido.

―Bienvenido, agente Nobbs. Tome asiento.

―¿De usted me vas a tratar? No tengo claro si sabes con quién estás hablando.

Sonreí mientras recordaba lo que Pratchett había dicho de la guardia de Ankh-Morpork «No eran la basura de la ciudad, eran los restos que se quedaban pegados al cubo una vez que se ha tirado la basura». Sí, definitivamente se sentiría más cómodo si le tuteaba.

―¿Quieres beber algo?

―¿Invitas tú? Si es así, nunca digo que no a una buena cerveza. Ya sabes, para mantener la garganta bien lubricada por si acaso hay que hablar mucho… O salir corriendo.

Le serví una jarra de cerveza bien fría. Aquí debo reconocer, en confidencia escritora – lector, que no era una cerveza demasiado especial, vamos, era del montón, del supermercado de debajo del estudio… Pensé que Nobby no pondría pegas, y no las puso.

Se recostó en el sofá de invitados, satisfecho, con la jarra de cerveza en la mano y de un solo trago se acabó la mitad del contenido. Temiendo que terminara con mi despensa, empecé la entrevista:

―¿Cuál ha sido el momento más determinante de tu vida, Nobbs?

―Pues verás, no es que haya un momento así como que ¡Bum! que me haya cambiado la vida, ¿sabes? Más bien es como una serie de pequeños momentos, uno tras otro, como escaquearse de un turno o encontrar un buen lugar donde esconderse cuando las cosas se ponen difíciles. Todos esos momentos me han convertido en lo que soy ahora: un superviviente. ¿Entiendes?

Asentí, por cortesía, porque en realidad no había entendido ni una sola palabra. Anoté su respuesta literal para poder contársela a las mentes inquietas que me leen habitualmente y continué con la siguiente pregunta:

―Imagina que pudieras cambiar una decisión del pasado, ¿lo harías?

―¡Oh, claro! Muchas. La mayoría de las veces que me atraparon en algo que no era asunto mío, para empezar. Aunque esas ocasiones me han llevado a donde estoy ahora, que no es tan malo… La mayor parte del tiempo…

Lo miré dubitativa, sin estar muy segura de cuál era su respuesta pero con el convencimiento de que sería incapaz de sonsacarle nada más. Opté por continuar:

―¿Con quién has tenido más afinidad y con quién menos en tu historia?

―Esa es fácil. Me siento cómodo con el sargento Colón, él entiende cómo funcionan las cosas en la Guardia, ¿sabes? Y respecto a la menor afinidad… Bueno, digamos que hay ciertos mandamases que no entienden cómo es la vida en la calle, ¡que no todos queremos ser héroes! Pero no voy a señalar a nadie, no vaya a ser que se me malinterprete.

Solté una risita al recordar las escenas a las que se refería. ¡Guardias! ¡Guardias! Fue una buena elección lectora, desde luego.

―¿Tienes algún modelo a seguir fuera de tu mundo?

―No me gustan mucho esas cosas de «modelos» y «referentes»… ¿Tienes otra? ―me preguntó alzando su cerveza vacía. Le serví una nueva antes de que continuara con su respuesta―. Si me obligas a elegir, diría que Wile E. Coyote. La cantidad de veces que ha intentado arreglar sus propios estropicios, pero ojo, que nunca se rinde.

Dio otro trago a la nueva cerveza dejándola casi por la mitad. Aprovechando la creatividad que le infundiría el alcohol le hice la siguiente pregunta:

―¿Cómo te describirías en tres palabras?

―Astuto, precavido, flexible. Ya sabes, lo justo para adelantarme sin llamar demasiado la atención.

Me guiñó un ojo antes de dar otro trago a su cerveza. Era un hombre tan pequeño, que resultaba cómico verle actuar de aquella manera.

―¿Qué lección crees que el lector puede aprender de tu historia?

―¡A respetar a la guardia! No, eso no lo hace nadie ―soltó una risotada y dio un nuevo trato a la cerveza―. La lección mas importante que se llevaría es que siempre debes estar preparado para adaptarte. No importa como vayan las cosas, si puedes cambiar de rumbo con rapidez, sobrevivirás, probablemente. ¡Ah! Y si puedes evitar meterte en problemas desde el principio, mejor.

―Me temo que ya estamos terminando la entrevista y ahora viene una pregunta extraña, Nobby.

―¿La del animal? ―rompió a reír―. No se habla de otra cosa más allá de tu mundo.

―Espero que para bien ―contesté mientras él levantaba los brazos en señal de inocencia―. ¿Y bien? ¿Qué animal serías?

―Pues, supongo que un hurón. Nadie piensa mucho en los hurones, pero son rápidos, escurridizos, y siempre encuentran la forma de meterse en cualquier sitio, lo cual es bastante útil cuando quieres estar donde no deberías, pero sin que te pillen.

―Tengo una amiga que tiene un hurón lindísimo, bueno, en realidad es una hurona por si ves que…

―Lo tendré en cuenta. ―Dio el último trago a su cerveza―. Bueno, ¿vamos a celebrar este encuentro a algún sitio? Estoy seco.

Guardé los papeles donde había anotado sus respuestas y nos fuimos a un sitio que conocía donde organizaban catas de cervezas. Nobby no quiso participar, los vasos le parecieron demasiado pequeños. Volvió a Ankh―Morpork ya entrada la noche, tenía que incorporarse a su jornada laboral, una jornada que se me antojó exigente cuando la conocí en ¡Guardias! ¡Guardias! gracias a los textos de Terry Pratchett.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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