Caramon (Dragonlance) en Intermundo

Portada de la novela El Retorno de los dragones, escrita por Margaret Weis y Tracy Hickman, con el sello de Proyecto Intermundo (Edición Timun Mas)

―Ponte cómodo, Caramon. Ya sabes cómo funciona esto. ―Acabábamos de llegar de la comida en el restaurante que me recomendó mi hermana. Justo antes, el inmenso guerrero de El retorno de los dragones había presenciado la entrevista que hice a su gemelo Raistlin. El mago se quedó fuera estudiando su libro de encantamientos mientras Caramon Majere accedía a responder a mis preguntas―. ¿Quieres beber algo?

―Sí, una cervecita.

Me sorprendió su respuesta. Casi había hecho la pregunta de forma automática, por inercia, como cada vez que invitaba a alguien al estudio de Proyecto Intermundo. No me esperaba que el guerrero aceptara beber algo después de todo lo que había bebido y comido en el restaurante. Claro, que tratándose de Caramon no debería haberme sorprendido tanto.

Le serví una cerveza y yo me preparé un vaso de agua fresquito para pasar la comida.

―Después de haber escuchado la entrevista de tu hermano, puede que algunas preguntas no te pillen por sorpresa.

―Mejor. Escuchar las respuestas de mi hermano Raistlin me ha ayudado a reflexionar sobre las mías propias.

―Dime, entonces, ¿cuál ha sido el momento más determinante en tu vida?

―Sin dudar diría que fue cuando Raistlin y yo pasamos por la Prueba en la Torre de la Alta Hechicería. Vi lo que mi hermano estaba dispuesto a hacer, lo que tuvo que soportar, y desde ese momento supe que haría cualquier cosa para protegerlo. Fue un punto de inflexión para ambos, marcando el camino que tomaríamos juntos y lo que significaría para mí ser su protector.

―Qué palabras tan bonitas para dedicarle a un hermano ―pensé en mi hermana que, si por algún azar del destino leyera esta entrevista, recordaría lo mucho que la aprecio y valoro―. Si pudieras, ¿cambiarías alguna decisión del pasado?

―Me gustaría poder haber hecho más por Raistlin, tal vez haberlo entendido mejor. A veces me pregunto si fui demasiado protector y si eso lo empujó más hacia su límite. Pero cambiar decisiones del pasado… eso es difícil de decir. Hice lo mejor que pude con lo que sabía en ese momento, Alba.

―Sabia reflexión que tendemos a olvidar con demasiada facilidad. ¿Con quién has tenido más afinidad y con quién menos en tu historia?

―Tengo una gran afinidad con Sturm. Su sentido del honor y la lealtad son cosas que respeto profundamente. ¿Es ese el tipo de afinidad al que te refieres, no? ―se sonrojó al instante.

Yo, con una sonrisa, aproveché mi momento para sonsacarle más información.

―¿Hay otras afinidades que complementen la de Sturm?

―Bueno… Tika fue… ―el guerrero dio un trago a la cerveza, ruborizado―. No sé si debería hablar de estas cosas.

Rompí a reír. No quería que se incomodara así que intenté liberar algo de tensión.

―Puedes hablar de lo que quieras con total libertad, pero si lo prefieres puedes decirme con quién has tenido menos afinidad.

El guerrero resopló.

―Esa pregunta es aún más complicada. Quizás diría Kitiara. Es mi hermana, pero su ambición y la forma en que siempre puso sus propios deseos por encima de los demás crearon una distancia entre nosotros.

―¿Tienes algún modelo o referente a seguir fuera de tu mundo?

―Creo que Conan, el bárbaro, sería un buen referente. Su fuerza, valor y lealtad hacia sus compañeros son cosas que puedo entender y admirar. No siempre es el más astuto, pero su corazón está en el lugar correcto, y al final, eso es lo que importa.

―¿Cómo te describirías en tres palabras?

―Leal, fuerte y protector.

―¿Qué lección crees que el lector puede aprender de tu historia?

―La lealtad hacia aquellos que amas es lo más importante. Incluso cuando no entiendes sus decisiones o te hieren, estar a su lado es lo que realmente define el valor de una persona. A veces, el sacrificio personal es necesario para asegurar el bienestar de los demás.

―Parece una vida dura.

Se encogió de hombros en el sofá dando el último trago a su cerveza.

―Es como debe ser. ¿Ahora viene la del animal? ―asentí―. Suerte que la escuché en la entrevista a Raistlin. Si no, habría tenido problemas para responder.

―Y bien, ¿qué animal serías?

―Un perro. Fiel, leal, siempre dispuesto a proteger a su manada sin importar el precio a pagar.

Fantaseé con formar parte de la manada de Caramon. Un fuerte guerrero capaz de protegerte de casi cualquier cosa y con la enorme bondad que demostró tener en El retorno de los dragones. Agradecí que Margaret Weis y Tracy Hickman relataran su historia y me permitieran conocerlo. Dudé sobre si proponerle ir a cenar o no. Mi estómago votaba por una negativa, pero mi mente sabía que, después de todo lo que había leído sobre el guerrero en las Crónicas de la Dragonlance, debía al menos ofrecérselo. Caramon aceptó y comió casi más que al mediodía, mientras su hermano Raistlin le miraba por encima de su taza con el mejunje de hierbas para la tos. Una persona memorable y un día aún mejor.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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