Waxillium Ladrian (Nacidos de la bruma) en Intermundo

El imponente vigilante de los Áridos entró en mi despacho luciendo un elegante traje oscuro. Waxillium Ladrian se agachó para saludarme y se colocó en el centro del estudio de Proyecto Intermundo. Su rostro anguloso y serio me miraba, algo expectante. No pude evitar sentirme como una de las presas que Brandon Sanderson mostró huyendo de Wax en Aleación de ley.

―Bienvenido, señor Ladrian. Es un placer poder entrevistarle, gracias por aceptar participar en este proyecto.

―Siempre es un placer poder hablar con alguien desde la sinceridad. Pocos periodistas en Elendel buscaban la verdad más allá del puro cotilleo.

―Yo me tomo este trabajo muy enserio, puede estar seguro. ¿Quiere beber algo?

―¿Qué clase de pregunta es esa? ―sonrió ayudándome a sentir algo más relajada―. ¿Acaso alguna vez diría que no a un buen vaso de güisqui? No rechazaría una bebida fuerte.

―Pues le traeré uno.

―Claro que sí. ¿Aquí? ―preguntó señalando el sofá de los invitados.

Asentí mientras terminaba de echar los hielos en el vaso. Servir el güisqui después fue toda una proeza pues mis manos temblorosas por la emoción de conocer al conocido vigilante de la ley me dificultaban atinar en el interior del vaso.

Dio un profundo trago cuando se lo ofrecí y tras sentarme en mi escritorio comencé con la entrevista.

―¿Cuál ha sido el momento más determinante en su vida?

―Diría que dejar atrás mis responsabilidades nobiliarias para convertirme en un vigilante de la ley en los Áridos fue decisivo para convertirme en lo que soy ahora. Caminar por una senda diferente puede ser arriesgado, pero también me dio la libertad que tanto necesitaba al tiempo que me obligaba a enfrentarme a la peor cara de la humanidad.

―¿Cambiaría alguna decisión del pasado si pudiera?

―Lessi. Ella… ―dejó de hablar de forma abrupta y carraspeó antes de añadir―: No soy el tipo de hombre que se arrepiente con facilidad. Supongo que lo mejor es aceptar las consecuencias y seguir adelante, aunque algunas decisiones pesen más que otras.

Asentí, consciente de los duros momentos a los que se refería. Preferí no seguir indagando en aquellos temas, sin duda dolorosos para Wax, y continué con la entrevista:

―¿Con quién diría que ha tenido más afinidad y con quién menos?

―Wayne es mi hombre, Alba. Actúa de un modo peculiar, pero confiable a su manera. Entendemos nuestras diferencias y trabajamos formando un buen equipo. En cuanto a la menor afinidad, te reconozco que las figuras de autoridad con las que he tenido que lidiar han conseguido desquiciarme. No tengo paciencia para la burocracia ni las normas absurdas.

―Le aseguro, señor Ladrian, que entiendo a la perfección lo mucho que puede desesperar la burocracia. Madrid no dista tanto de Elendel en ese punto.

Sonrió y dio un trago a su güisqui.

―Dígame, ¿tiene algún modelo a seguir fuera de su mundo?

―Diría que me siento identificado con Han Solo, de esas historias espaciales tan extrañas que tenéis aquí.

―De la Guerra de las galaxias.

―Así es. Ese hombre va a su aire y hace lo que le conviene hasta que se le necesita. En ese momento demuestra tener un sentido de la responsabilidad y la lealtad magnífico. Saca adelante cualquier proeza, incluso en los peores momentos.

―¿Cómo se describiría en tres palabras?

―Determinado, pragmático, desconfiado.

―¿Qué lección cree que el lector puede aprender de su historia?

―Quizá la importancia de mantener el equilibrio entre el deber y la libertad. A veces parece que el deber nos encierra, pero hay maneras de cumplir con nuestras responsabilidades sin perder nuestra esencia. También aprender que el pasado no se puede borrar, pero podemos decidir de qué manera nos define.

―Una lección maravillosa. Llegamos a la última pregunta, si fuera un animal, ¿cuál sería?

Waxillium Ladrian sonrió, bebió de su copa y respondió con tranquilidad:

―Un lince. Es un cazador solitario, silencioso, observador. No tiene la fama de los depredadores más grandes, pero sabe cómo moverse en las sombras, mis brumas, adaptarse y sobrevivir.

―Gracias, una vez más, por haber aceptado participar en esta entrevista para Proyecto Intermundo. Ha sido un honor haber podido contar con usted.

―El placer ha sido mío ―apuró las últimas gotas de güisqui―. Estaba delicioso.

―Conozco una licorería a un par de estaciones de tren de aquí. Si lo desea, podemos continuar conversando allí de sus nuevos proyectos para Scadrial.

―Sería magnífico. Déjame avisar a Wayne. Me mataría si se enterara que me he ido de copas sin él.

Esperamos a su inestimable compañero de aventuras y juntos acabamos recorriendo algunos de los mejores bares de la ciudad. Pasé una tarde magnífica con Wax y Wayne, los protagonistas de la segunda saga de Nacidos de la bruma, de Brandon Sanderson que comencé gracias a su primera entrega: Aleación de ley. Una lectura que agradezco enormemente haber hecho pues ha entrado directa a mi clasificación final de novelas favoritas.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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