Marcelle (Los secretos del Hotel Jardín d’Odette, Bruno Puelles)

Marcelle entró con paso decidido en el estudio. Contemplé sus suaves facciones y sonreí. Tenía el mismo aspecto que me había imaginado cuando leí las descripciones que Bruno Puelles escribió en Los secretos del Hotel Jardín d’Odette.

―Bienvenida, Marcelle. Ponte cómoda. ¿Quieres tomar algo?

―Té negro con leche, con la leche aparte y dos terrones de azúcar, por favor.

Terminé de preparar su bebida favorita y le ofrecí una taza a ella. Dejé otra para mí en mi escritorio y coloqué la jarrita de leche en la mesa baja frente del sofá de los invitados. Cuando dio unos sorbos y me aseguró que la bebida era de su agrado, comencé la entrevista:

―¿Cuál dirías que ha sido el momento más determinante en tu vida?

―Pensarás que la tarde que presencié un asesinato y se me asignó mi primera misión como espía, pero no. El momento más determinante de mi vida fue cuando conocí a Elise.

―Es maravilloso lo mucho que pueden influirnos las personas a las que amamos. Y dime, Marcelle, si pudieras, ¿cambiarías alguna decisión del pasado?

Ella resopló y se recostó sobre el sofá para responder entre susurros:

―Sí. No habría hablado a los fantasmas de niña. No hacen más que meterme en problemas.

Reí recordando las curiosas situaciones que había vivido en el Hotel Jardín d’Odette por culpa de aquellos fantasmas. Puede que para ella fuera un engorro, pero para mí, como lectora, fue de lo más divertido e interesante.

―¿Con quién has tenido más afinidad en tu historia?

―Me ha sorprendido encontrar afinidad con Irving. Es bienintencionado, pero extraño; y no piensa como el resto de la gente… Lo mismo puede decirse de mí.

―Comprendo. ¿Y con quién dirías que has tenido peor relación?

―Estuve tan enfrascada en mi misión que no sabría decirte, aunque si tengo que elegir a una criatura a la que odio por encima de todo, sería el Carroñero.

―¿Quién dirías que es tu modelo a seguir?

―Mis padres. Elise. En definitiva, la gente a la que quiero y admiro, supongo. Aunque no significa que tenga que convertirme en ellos. Más bien en alguien de quien puedan sentirse orgullosos. Y de quien pueda sentirme orgullosa yo.

―Qué bonito. Te pido ahora que te describas a ti misma con tres palabras.

―Médium. Por. Desgracia.

Rompí a reír mientras ella parecía mirar hacia un lado y agitar la mano con suavidad. Estando con ella no sentí el temor que se esperaría al sospechar que alguno de los fantasmas con los que podía hablar la había seguido hasta mi estudio. Marcelle tenía una gracia especial y lo cierto era que estaba disfrutando mucho de la entrevista.

―¿Qué lección crees que el lector puede aprender de tu historia?

―Se llega más lejos buscando alianzas que protegiéndose de posibles enemistades.

―Y por último, ¿qué animal serías?

―Un cuervo ―respondió tras meditar unos instantes la pregunta dando los últimos tragos a su té.

―Muchas gracias por tu tiempo, Marcelle, y por tu sinceridad en las respuestas. ¿Quieres que vayamos a tomar algo? Conozco un hotel no muy lejos de aquí en el que sirven…

Levantó el dedo y me paró. «Nada de hoteles» ordenó. Yo recordé la aventura que había leído sobre ella en Los secretos del Hotel Jardín d’Odette y comprendí en el momento su negativa a acudir a mi plan. Bruno Puelles hizo una labor magnífica describiéndome todo lo que Marcelle y el equipo de intrigantes espías tuvieron que vivir en las paredes del Odette. Puede que para mí fuera entretenido, pero para ellos tuvo que ser un verdadero desafío.

Esta entrevista ha sido realizada gracias a las respuestas de Bruno Puelles (puedes conocerlo mejor aquí).

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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