Sophie y Josh (El Alquimista) en Intermundo

Los hermanos Newman esperaban en la puerta de Proyecto Intermundo. Les noté nerviosos, aunque me sorprendió después de todo lo que habían vivido en El alquimista de Michael Scott. Yo no podía ser ni la mitad de peligrosa que todas las leyendas y seres mitológicos a los que se habían enfrentado. Les invité a entrar en el estudio con suavidad, los adolescentes a veces podían llegar a ser muy desconfiados.

―¿Queréis beber algo?

―Un poco de agua estaría bien, gracias ―respondió Josh.

Sophie asintió.

―Yo también tomaré agua. Es lo mejor para mantenerse alerta.

Los mellizos sonrieron con nerviosismo mientras aceptaban los vasos de agua y se sentaban en el sofá preparado para los invitados.

―Relajaos, aquí es difícil que pase nada extraño. Lo más peligroso que encontraréis serán algunas de mis preguntas.

―Eso mismo nos aseguraron de la librería del señor y la señora Fleming.

En esa ocasión reímos los tres recordando lo mucho que aquel misterioso matrimonio había cambiado las vidas de Josh y Sophie. Aprovechando su comentario, comencé mi entrevista:

―¿Diríais que ese fue el momento más determinante de vuestras vidas?

Josh no tardó en asentir:

―Toda nuestra vida normal cambió de golpe y nos vimos envueltos en algo mucho más grande de lo que jamás imaginamos. No puedo decir mucho aquí, pero entender que el mundo que conocíamos tenía tantos secretos fue una gran revelación.

―Pues yo no, Alba ―respondió Sophie―. Ese día comenzó a cambiar nuestra vida, pero descubrir que tenía unas habilidades dormidas, me permitió dar sentido a algunos aspectos de mi vida. Adquirí una inmensa responsabilidad y me marcó de una manera indescriptible.

―Comprendo. Las responsabilidades pueden pesar demasiado si se convierten en una carga ―ambos asintieron―. ¿Cambiaríais algo de vuestro pasado?

―No querría cambiar nada ―contestó Sophie―. He aprendido muchísimo y no desearía olvidarlo.

―¿No? ―preguntó incrédulo su hermano―. ¿Nada en absoluto? ―Sophie negó con la cabeza―. Yo no debería haber sido tan confiado. Sin entrar en muchos detalles, recuerdo un par de ocasiones en las que me habría gustado pensar más antes de actuar.

―La impulsividad puede jugarnos malas pasadas ―sentencié recordando esos momentos a los que se refería el joven―. ¿Con quién habéis tenido más afinidad?

―Perry ―contestaron al unísono.

―Fue como nuestra madre ―añadió Josh.

―¿Y menos afinidad?

―Esos en los que confió Josh, erróneamente.

―Contesta por ti, Sophie. No hace falta que me recuerdes mis errores.

―Bueno, tranquilos, es normal equivocarse. Las primeras impresiones no siempre son las más acertadas. Decidme, ¿tenéis algún modelo dentro del mundo de la ficción que os guste en especial?

Aguardaron pensativos unos instantes hasta que Josh rompió el silencio:

―Ahora me resulta complicado encontrar personajes de ficción que lo sean realmente. Ya sabes, por todas las criaturas que creímos inexistentes con las que acabé compartiendo el tiempo.

―Vete al grano, Josh ―le cortó su hermana.

―Neo de Matrix me inspira. Empezó como alguien común hasta que descubrió un increíble poder dentro de sí mismo. También tuvo algunos problemas de confianza por lo que me identifico profundamente con él.

―A mí me gusta mucho Leeloo de El quinto elemento. Ella también tiene un gran destino que cumplir y, a pesar de que al principio no lo entiende todo, termina convirtiéndose en una pieza indispensable. Me gusta su mezcla de fuerza y vulnerabilidad.

―Son dos buenas elecciones, la verdad. ¿Cómo te describirías en tres palabras, Sophie?

―Inteligente, empática y determinada.

―¿Y tú, Josh?

―Curioso, impulsivo, leal.

―Hacéis una buena combinación. ¿Qué lección creéis que podría aprender el lector con vuestra historia?

―Nuestra historia alberga una verdad mucho más compleja de lo que parece. ¿No crees Sophie? ―Ella asintió―. Confiar en tu instinto es la clave.

―A veces ―añadió su hermana―. La verdad y la sabiduría no siempre son fáciles de aceptar, pero aprender a manejar esa información con el corazón es crucial para sobrevivir y crecer.

―Son dos lecciones complementarias que podrían enseñar mucho a bastante gente. Llegamos al final de la entrevista. ¿Qué animal seríais?

Josh rio y respondió casi de inmediato:

―Una nutria. Ágiles, curiosas y disfrutan muchísimo del agua.

―Yo sería una mariposa, Alba. Me gusta la idea de la transformación, de cambiar para lograr ser algo más fuerte y hermoso. Además, tienen una sensibilidad especial hacia el entorno que me gusta pensar que yo también poseo.

Cerré, satisfecha, mi cuaderno de notas y nos fuimos al museo de la ciudad. Allí aparecían algunas representaciones de dioses mitológicos, leyendas antiguas y mitos. No se me ocurrió mejor lugar que aquel para pasar la tarde con los hermanos Newman. Ellos se aseguraron de contarme todas las experiencias que habían tenido con muchos de los personajes representados.

Parecían dos adolescentes inventando historias, pero yo sabía que aquellas historias habían ocurrido de verdad tal y como relató Michael Scott en su saga Los secretos del inmortal Nicholas Flamel. Fue una suerte poder conocer a Josh y a Sophie en El alquimista y poder seguir sus aventuras en las novelas sucesivas.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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