
Conocí a Diana Bishop al leer la novela El descubrimiento de las brujas. Deborah Harkness hizo un magnífico trabajo al narrar su historia y sus descripciones fueron tan detalladas y realistas que cuando la rubia bruja asomó su cabeza por la puerta del estudio de Proyecto Intermundo, la reconocí de inmediato.
―Buenas tardes, Alba. Soy Diana. ¿Puedo pasar?
―Por supuesto ―respondí mientras me levantaba de mi asiento―. Ponte cómoda, Diana. ¿Quieres tomar algo? Tengo té negro el intenso aroma que me recomendaron en una tetería de Madrid. Creo que podría gustarte.
Ella asintió con cortesía.
―Lo he preparado como tú té preferido.
―¿Negro como el alquitrán con media cucharadita y media taza de leche?
―Exactamente. Con una pizca de azúcar solo para suavizar el amargor, y suficiente leche para hacer que se parezca menos a una sopa ―la parafraseé.
Diana Bishop rio con fuerza perdiendo el nerviosismo con el que había entrado en el estudio. Se puso cómoda en el sofá y olisqueó la taza antes de probarla y responderme con una sonrisa de agradecimiento sincero. Me sentí orgullosa de la labor de investigación que había hecho gracias a toda la información que Harkness me había proporcionado sobre ella.
―¿Empezamos?
―Cuando desees.
―¿Cuál ha sido el momento más determinante en tu vida?
―Sin duda, el día en que saqué del archivo el Ashmole 782. Fue el instante que desencadenó todo: la revelación de mi magia, el encuentro con Matthew, y mi inmersión en el mundo sobrenatural que tanto me había esforzado por evitar. Ese manuscrito cambió mi vida.
―¿Cambiarías alguna decisión del pasado si pudieras?
―He tomado muchas decisiones dolorosas o arriesgadas pero si tuviera que escoger una, diría que cambiaría el hecho de haber renegado de la magia durante tantos años. Si no lo hubiese hecho, me habría ahorrado más de un susto muchos momentos de sufrimiento.
A sentir mientras visualizaba las escenas a las que se refería. Fueron momentos muy dolorosos para ella por lo que no insistí más en el tema.
―Puede que la siguiente respuesta sea evidente, pero dime ¿con quién has tenido más afinidad?
―Matthew ―sonrió―, da la sensación de que nuestras almas han estado entre las altas desde siempre.
―Así se mostró en tu historia. ¿Y con quién has tenido menos afinidad?
―Gerbert y sus manipulaciones me resultan insoportables. Es difícil confiar en alguien que siempre está moviendo hilos para su propio beneficio. Aunque hay otros muchos miembros de La Congregación a los que no desearía volver a ver nunca.
―Comprendo por qué lo dices ―respondí, consciente de todos los detalles que no puedo contarte por temor a estropearte la trama―. ¿Tienes algún modelo a seguir fuera de tu mundo?
―Siempre me ha intrigado Morgana, la hechicera. No tanto por sus acciones, sino por su lucha interna y cómo equilibra su poder y su humanidad. Su historia tiene lecciones importantes sobre la responsabilidad y el precio de la magia.
―¿Cómo te describirías en tres palabras?
―Curiosa, resiliente, apasionada.
―¿Qué lección crees que el lector puede aprender leyendo El descubrimiento de las brujas?
―Que no podemos huir de lo que somos. La magia, el conocimiento, el amor… todo lo que define nuestra esencia debe ser aceptado, abrazado, y utilizado con sabiduría.
―Tarde o temprano, el pasado siempre nos alcanza.
―Exacto.
―¿Qué animal serías?
―Una pregunta divertida. Sería un camaleón. No por esconderme, sino por mi capacidad de adaptarme a cada entorno y situación sin perder mi esencia.
―Con esta respuesta, hemos llegado al final de la entrevista.
―¿Ya? Venía con ganas de hablar más.
―Yo estoy encantada de poder continuar con nuestra conversación. Podríamos ir a tomar algo, ¿te apetece? Conozco un restaurante indio que tiene platos deliciosos.
―Me parece un plan ideal.
Cenamos y conversamos, compartimos confesiones y quedamos en otra ocasión para practicar algo de yoga. Matthew Clairmont se uniría en esa ocasión y podría conocer al enigmático vampiro que había compartido historia con Diana Bishop en El descubrimiento de las brujas. Pasé buenos momentos leyendo la novela de Deborah Harkness y luego aún mejores compartiendo el tiempo con sus protagonistas.
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.