Unos suaves golpecitos me obligaron a levantar la mirada de mi escritorio. Estaba repasando mentalmente los datos que conocía acerca de mi siguiente estrella entrevistada. Una cabeza completamente calva asomó en la zona más alta del lateral de la puerta. Sazed, a quien conocí gracias a los textos de Brandon Sanderson, había aceptado participar en Proyecto Intermundo.
El sacerdote terrisano de Nacidos de la Bruma me sonrió y se introdujo en el estudio.
–Gracias por venir, Sazed –le dije con una sonrisa cortés.
Su altura me imponía bastante y el brazo que alargó para saludarme estaba lleno de tatuajes tan complejos y bellos que me costó reaccionar y estrecharle la mano de vuelta.
–No podía negarme, Vin me ha hablado muy bien del estudio.
–Me alegro de que lograra convencerle. Me ilusiona poder saber más de usted. ¿Quiere tomar algo?
Tardó unos segundos en responder, pensativo.
–Una manzanilla. Bien caliente, por favor. Su aroma me ayuda a concentrarme.
Saqué la jarrita de agua del microondas y serví dos tazas. En una, introduje su bolsita de manzanilla y en la otra, mi té negro. Con la bebida servida, le invité a sentarse frente a mí. La túnica verde que llevaba se esparció por el sofá a ambos lados y la visión me hizo rememorar las escenas que había leído sobre él. Le conocí en El Imperio Final, pero fue en El Pozo de la Ascensión donde comencé a profundizar en su personaje.
Carraspeé y volví al presente, lejos de la fantasía si eso era posible con Sazed sentado frente a mí. Debía comenzar la entrevista:
–¿Cuál ha sido el momento más determinante de su vida?
–Cuando descubrí los secretos de la metalurgia y la ferruquimia. Desde ese momento he preservado el conocimiento y la historia de mi pueblo. El saber me regaló un propósito profundo en la vida y me convirtió en quien soy ahora.
–Muchas personas hablan de momentos que marcaron su vida de algún modo negativo, me encanta escuchar un momento que se convirtió en un punto de inflexión vital positivo.
–Las heridas nos hacen aprender, pero las bondades nos permiten crecer, creo.
Asentí embelesada por sus palabras. Usaba un tono pausado, tranquilo. Irradiaba paciencia y sabiduría por cada poro. Con una mente tan optimista, me moría de ganas por saber la respuesta de la siguiente pregunta, así que no demoré mi curiosidad:
–¿Cambiaría alguna decisión de su pasado?
–Bueno… Creo que viví un momento muy duro en mi vida que provocó que la desesperanza y la duda se adueñaran de mis días –asentí comprendiendo el momento vital al que se refería y del que no me atrevo a dar detalles por si alguien aún no ha leído la primera trilogía de Nacidos de la Bruma–. Mi dolor me llevó a cuestionar demasiado. Podría haber encontrado un equilibrio, una forma de utilizarlo para fortalecerme, en lugar de debilitarme. Había mucho en juego. No era el momento de fallar.
–Siempre es más sencillo ver nuestros errores una vez los hemos cometido. Pero, como bien decía antes, nos servirán para aprender.
–Así es.
–¿Quién diría que fue un acompañamiento esencial en su historia?
–Me resultaba muy reconfortante hablar con la joven Vin. Eran conversaciones que buscaban el conocimiento y eso siempre me ha fascinado. Más adelante, Tindwyl fue mi mejor compañía. Una mujer admirable.
–¿Hay alguien con quien no tuviera demasiada afinidad?
–Siempre podemos aprender de todas las personas que se cruzan en nuestro camino. No podría darte un nombre concreto, pero quizás me cuesta encontrar ese aprendizaje cuando trato con personas que no están dispuestas a cambiar su perspectiva. Quienes se aferran ciegamente al poder y a las viejas formas sin cuestionarlas. Había algunos miembros muy intransigentes en la nobleza.
–Comprendo. ¿Quién podría ser un modelo a seguir fuera de su mundo, Sazed?
–Siento admiración por el trabajo de Leonardo da Vinci, encarnó el espíritu del Renacimiento con una curiosidad insaciable y una capacidad poco común de integrar conocimientos de diferentes disciplinas. Avanzó en la comprensión del mundo y nuestras motivaciones podrían ser comparables, creo.
Asentí mostrando mi aprobación. Incluso fui capaz de imaginar a Sazed dibujando en un diagrama métrico las proporciones de algún koloo de tres metros. Eran personalidades que tenían mucho en común.
–¿Cómo se describiría en tres palabras?
–Me resulta una pregunta compleja. No quiero sonar altivo, pero quizás me definiría como compasivo, erudito y curioso.
–La curiosidad y el conocimiento suelen ser una combinación excepcional.
–Imprescindible, creo.
–¿Y qué conocimiento cree que podría llevarse el lector con su historia?
–Creo que lo más importante es descubrir la importancia de mantener una mente abierta. Es básico buscar el equilibrio entre el conocimiento y la fe, que no siempre son excluyentes entre sí. La sabiduría no procede solo de lo que sabemos, sino también de nuestra capacidad para comprender las creencias de los demás.
Hablaba con serenidad y transmitía poder con sus palabras, a pesar de hablar con cierta inseguridad. No era un hombre que buscara imponer su criterio, por muy acertado que le pareciera.
En ese momento, deseé poder tener un debate con él acerca de los temas más polémicos que flotan en las mentes de nuestra sociedad. Sería un debate donde todas las partes podrían aprender de los demás. Nuevos argumentos, nuevas perspectivas… No saqué el tema, al menos no en el estudio. Quizás sería complicado hacer encajar la visión de Sazed en una sociedad con demasiado odio guardado esperando a ser liberado.
Ahuyenté mis delirios y finalicé con la última pregunta:
–Si fuera un animal, ¿cuál elegiría?
–Sería una tortuga, creo. Son símbolos de sabiduría y longevidad. Las veo como unos animales pacientes, estables, tranquilos. Son cualidades que valoro y que me gustaría pensar que poseo.
–Desde luego, da la sensación de que sí. Gracias por responder a esta entrevista, espero poder vernos pronto y charlar de nuevo.
–Será un placer.
Me estrechó la mano de nuevo y se despidió cortésmente. Tenía una mezquita y una iglesia que visitar. Oraría a ambos dioses y, seguramente, después buscaría información sobre el resto de religiones de nuestro mundo. Su afán por ampliar su conocimiento religioso no se había limitado solo a Scadrial, la Tierra también tenía una variedad que le resultó tan interesante que aún se quedó varias semanas visitando todas las congregaciones espirituales existentes.
Si deseas conocer más a fondo a Sazed, te recomiendo que leas la trilogía de Nacidos de la Bruma, de Brandon Sanderson (El Imperio Final, El Pozo de la Ascensión y El Héroe de las Eras), donde entre sus páginas podrás conocer al terrisano cuya mente me cautivó.
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.