
Uxía era alta, de cabello oscuro y ligeramente ondulado. Entró en el estudio de Proyecto Intermundo con paso firme y seguro y cerró la puerta tras ella con una sonrisa. Un temblor casi imperceptible hizo que se derramara el agua de mi vaso sobre la cubierta de la novela El desesperado caso de Uxía. Lo limpié tan rápido como pude y di gracias por conocer a Alys Marin, su autora. Seguro que ella entendía uno de los múltiples «accidentes» que rodean a la protagonista que ella misma creó…
―Lo siento muchísimo, Alba.
―No te preocupes. Se ha secado rápido, no creo que llegue a estropearse. O eso espero ―reí para quitarle tensión al ambiente y añadí con una sonrisa―: ¿Quieres beber algo?
―¿Que tienes? Estoy dispuesta a probar cosas nuevas ―respondió con una risita divertida.
―¿Limonada?
Asintió y yo le serví un vaso y preparé uno para mí, asegurándome de poner mis ejemplares de novelas a buen recaudo. Ella cogió la limonada y se recostó en el sofá. La vi cómoda y preparada, por lo que comencé mi entrevista.
―¿Cuál dirías que ha sido el momento más determinante de tu vida?
―Te preguntaría si para bien o para mal, pero como estoy muy feliz hoy, te diré que en el momento que decidí vivir a mí modo, sin miedo y sin esperar que me perdonen un pecado que no cometí. Y porque sí. Además, todo lo que sea joder a esa bruja y ir en su contra, mola.
Me reí con su forma tan tajante de hablar. Sabía a qué bruja se refería, pero no quise seguir indagando para no hacer spoiler a quien quiera leer esta entrevista sin haberse adentrado antes en el mundo de El desesperado caso de Uxía. Así que pasé a la siguiente pregunta:
―Si pudieras, ¿cambiarías alguna decisión del pasado?
―No, si comienzas a arrepentirte de una cosa, acabas arrepintiéndote de todas.
―Creo que es de las mejores respuestas que he recibido en muchas entrevistas… Me gusta. ¿Con quién has tenido más afinidad en tu historia?
―¿No te da una pista el primer capítulo? Hay una afinidad innegable con él y, sobre todo, ¿quién no se
sentiría atraída por mi maridito?
Terminó su frase con esa risita divertida tan característica suya y aproveché su buen humor para hacer una de las preguntas más difíciles para mis invitados.
―¿Y con quién dirías que has tenido menos afinidad?
Entrecerró los ojos y la ira la hizo apretar las manos alrededor del vaso de limonada.
―Por favor, cada día me controlo para no desvivir a esa bruja. ―Relajó los hombros y destensó el rostro antes de añadir―: Eso dice mucho y muy bien de mi autocontrol.
―¿Tienes algún referente en tu vida?
―Sí, claro. Quién no tiene un referente. Mi padre es sin duda uno. Amable, perdona a todo aquel que le ha dañado sin pensarlo y siempre busca vivir en paz. También muchos cantantes que me encantaría imitar en su trayectoria.
―¡Oh! Alguna vez tendremos que intercambiar opiniones musicales también. ¿Quién sabe? A lo mejor acabamos yéndonos de concierto de vez en cuando. Dime, Uxía, ¿cómo te describirías en tres palabras?
―Tres me parecen pocas, pero allá voy: carismática, preciosa e inolvidable.
―¿Qué lección crees que el lector puede aprender de tu historia?
―Por favor, ¿qué no? De mi vida puedes aprender mucho, por ejemplo: Nunca cabrees a una bruja. Jamás des por hecho que estás mal, puede ir a peor. Si atrapas a un tío bueno que tenga buen carácter no lo dejes escapar. Aprecia a los buenos amigos. Y por último, vive tu vida a tu manera y siempre siguiendo lo que te hace feliz.
―¡Vaya! Hay unas cuantas lecciones por las que merece la pena leer tu historia. Alys Marin hizo bien en escribir tus aventuras y desventuras. Llegamos al final de la entrevista con una pregunta que suele gustar: ¿qué animal serías?
―Estaría molón ser un ave. Pero no de las pequeñitas, sino de las que dan pavor a los animalillos cuando proyecte mi sombra sobre ellos.
Terminó la frase con una risita que emulaba cierta maldad, aunque ya la conocía demasiado gracias a Alys Marin y su novela El desesperado caso de Uxía como para asustarme. Dio el último trago de limonada y acabamos dando un paseo por el centro de la ciudad. Terminamos en una tienda de música, en efecto, nuestros gustos se hicieron bastante similares. Fue un gustazo compartir con ella la tarde, aunque tuvimos algún que otro encontronazo con un par de muchachos que se vieron influenciados por su pesada maldición…
Esta entrevista ha sido realizada gracias a las respuestas de Alys Marín (puedes conocerlo mejor aquí).
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.


