Remanso de paz veraniego

El sonido de las olas rompiendo sobre la arena inunda mis sentidos. No se oye nada más alrededor. Me acomodo sobre la toalla. Sentada, con las piernas estiradas y apoyada sobre mis brazos dejo que el viento me acaricie la cara. Jugueteo con la arena moviéndola entre los dedos de mis pies. Su suavidad es relajante.

El sol comienza a descender ocultándose por las colinas a mi espalda. Me levanto las gafas de sol y las coloco sobre mi cabeza. La visión del mar es impresionante. Una gran roca surge del agua en la lejanía sirviendo de lugar de descanso para una pareja de gaviotas que han aterrizado sobre la superficie rocosa. Allí, sacuden sus alas para retirar la humedad que han cogido sus plumas al pescar.

Mientras continúo removiendo la arena bajo mis pies, disfruto de la visión que me ofrece el lugar. De pronto, algo duro choca con mis dedos. Me incorporo a mirar y descubro una concha de forma peculiar. Es brillante y alargada. Gira sobre sí misma formando una hélice perfecta con una punta elegante en uno de sus extremos y un orificio en el otro. La caracola recoge toda la belleza del lugar concentrada en un pequeño cono. La tomo entre mis dedos y la giro. La luz del sol se refleja sobre su superficie mostrando su brillo aún más intenso. Hermosos colores emanan de la caracola y sonrío.

Aquella playa solitaria me ha permitido desconectar del ajetreo de la ciudad, de la rutina y del trabajo. La naturaleza tiene algo que te atrapa y te aísla, frena todo lo que sucede alrededor y te permite disfrutar de los pequeños detalles que en nuestras vidas cotidianas corren el riesgo de pasar desapercibidos. Con esa última reflexión, disfruto de los últimos instantes del atardecer en la playa y me prometo a mí misma repetir este momento siempre que tenga ocasión, y en cualquier lugar en el que me encuentre.

4 comentarios en “Remanso de paz veraniego”

  1. MARIA VICTORIA FRONTERA GARCIA

    qué agradable sensación, he notado el viento, la arena y hasta por un momento crei estar en ese lugar.
    Un relato muy relajante.

    1. Es una maravilla poder transmitir tanto con las palabras. «Una imagen vale más que mil palabras»… hasta que esas palabras están lo suficientemente bien utilizadas como para crear una imagen preciosa en la mente.

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