Superheroínas que caminan entre la multitud

Durante siglos, la mujer ha transformado un momento de placer en vida. Ha adaptado todos los mecanismos de su cuerpo para crear, ha alterado sus propios sistemas de supervivencia para traer al mundo pequeñas personitas llenas de vitalidad, desarrolladas, inteligentes, fuertes, emocionales. Y todo parece haber pasado desapercibido… ¿No será el «sexo débil» un apelativo cargado de envidia?

El «sexo débil» ha mostrado albergar toda la fortaleza del ser humano, toda la valentía necesaria para enfrentarse a cualquier peligro, toda la inteligencia para sobreponerse a los múltiples obstáculos, toda la emoción para adaptarse a los corazones que las necesitan. Porque no parece existir ninguna cualidad que la mujer no presente, que la mujer no luche por demostrar.

Durante siglos la mujer ha sido el objetivo de los límites impuestos por los hombres, de las duras e injustas críticas de la sociedad, de la necesidad de demostrar más y más para ser valorada como un hombre, sin darse cuenta que no debería ser valorada como un hombre, sino como una mujer. Porque solo la mujer porta los superpoderes necesarios para superar las adversidades a las que se la ha sometido durante toda su historia, superpoderes para dar vida, superpoderes para fortalecerse cuando nadie confía en ellas, superpoderes para borrar de su ser los daños recibidos, superpoderes para no dejarse arrastrar por las normas injustas. Y los superpoderes para romper los límites impuestos que creen que podrán eliminar la magia de la mujer.

Hay gente ingenua que cree que la mujer solo vale para fregar, no sabe conducir, y es emocionalmente débil, inestable e histérica. Pero si fueran capaces de ver todo lo que puede hacer una mujer no dirían esas cosas… ¿O sí? Nada hay más peligroso que la sensación de inferioridad. Y nada más crítico y cruel que la propia inferioridad.

No, ninguna norma ni cadena hará que la mujer pierda sus superpoderes. Porque a pesar de quienes lo intentan, la mujer es futbolista, es científica, es matemática, es conductora, es votante, es directora. Habla como quiere y se viste como desea. Es madre o no lo es, es esposa o no lo es. La mujer decide lo que quiere ser, lucha por lo que quiere conseguir y logra lo que se propone. ¿Cómo no va a hacerlo con los superpoderes que tiene? Ahora bien, ¿no sería maravilloso vivir en un mundo donde la mujer no tuviera que esforzarse siete veces más que el hombre para lograr lo mismo? La lucha por la igualdad no ha terminado pero, teniendo en cuenta los antecedentes de las mujeres luchadoras de los últimos milenios, lo conseguiremos.

Feliz día de la mujer.

Somos esa «mala hierba» que quisiste arrancar, pero que con su propia fuerza acabó convirtiéndose en árbol.

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