Martha Tioneli (Bajo amenaza desconocida) en Intermundo

Portada de la novela Bajo amenaza desconocida, escrita por Alba Peláez Frontera bajo el sello del logo de Proyecto Intermundo.

Martha Tioneli, Martha Tioneli iba a venir al estudio de Proyecto Intermundo. La experimentada mujer que había dirigido el pelotón de operaciones especiales EMC de Hábastrin. Bajo amenaza desconocida era la novela que contaba su historia y mi mente la que la había creado.

Respiré profundo un par de veces haciéndome a la idea. La reina del liderazgo, de la inteligencia emocional, en mi estudio. Unos rítmicos golpes en la puerta que me recordaron a una canción que no fui capaz de identificar me hicieron levantarme de mi asiento. Martha Tioneli asomó la cabeza.

―¿Se puede?

―¡Adelante!

Se llevó la mano a la frente en un saludo formal y yo traté de imitarla. Y digo traté porque el gesto que me salió distaba mucho del saludo oficial de Hábastrin. A Martha no pareció importarle.

―¿Quiere tomar algo, sargento?

―Un café sería perfecto, gracias. Una cucharada de azúcar.

―¿Descafeinado?

―La respuesta depende de usted, Alba. No sé cuánto durará la entrevista.

Me guiñó un ojo. Se lo hice normal. La entrevista no sería demasiado larga, pero los planes que tenía pensados con ella y el resto de miembros del pelotón EMC sí lo serían. Martha se sentó en el sofá con el café en la mano y yo, con ilusión por tenerla frente a mí, empecé con la primera pregunta:

―Cuando asumí el mando de los EMC. Al principio fue difícil coordinar a un grupo tan heterogéneo, aunque acabó mereciendo la pena. Los tenientes Serra, Ramírez, Surie, Dary, Silva y Sanon se convirtieron en mi familia dentro de Hábastrin, no cambiaría mi decisión por nada del mundo.

Marta Tionelli meditó durante un rato. Bebió café y aún meditó algunos instantes más antes de contestar:

―No quiero sonar pretenciosa, Alba, pero estoy exactamente donde quiero estar. Hay momentos en mi vida en que tomé decisiones que me parecieron erróneas, pero las volvería a tomar si sé que este será el desenlace.

―Sabia respuesta, sargento.

―Gracias

―Esa es una pregunta comprometida, Alba, podría ganarme algunos problemas…

―Le aseguro que su respuesta no saldrá de aquí.

―Cada miembro de mi pelotón es especial. Todos ellos son necesarios para cumplir nuestra misión. Aún así siento cierta debilidad por la teniente Mary Serra. Y más después de lo que le pasó. Ya sabe.

Asentí al recordar el calvario por el que tuvo que pasar la teniente Serra. Un calvario, mente inquieta, que no te revelaré por si aún no te has animado a leer la novela Bajo amenaza desconocida en la que te lo muestro.

―No puedo decir lo mismo del teniente Sean Silva. No me malinterprete, Alba, es muy profesional pero su pesimismo a veces me ha dificultado mi tarea de coordinación y mantenimiento del equilibrio en el grupo.

―Creía que diría a Atila.

―¿Atila? ―rio con una melodiosa voz al repetir su nombre―. ¡No! Al principio fue difícil lidiar con él pero ese pequeño diablo acabó por conquistarme.

Sonreí al escuchar su respuesta. Imaginé a Atila. Teniendo en cuenta todo lo que había hecho desde que llegó a la base, seguía resultándome paradójico que no lo hubiera escogido como respuesta a mi pregunta. Me avergoncé un poco por no conocerla tan bien como creía. Al fin y al cabo ella era mi creación. Supongo que todos, tarde o temprano, acaban recorriendo un camino que sus creadores no tenían previsto. Después de todo, son personajes con vida propia.

―Me gusta verme como Samsagaz Gamyi. Admiro su lealtad y su capacidad para inspirar al grupo sin imponer sus ideas. Son cualidades que trato de emular.

―Empática, resolutiva, emocional.

―Que el poder y el respeto ha de ganarse, no puede ser impuesto a la fuerza. Además, creo que podría extraer información valiosa acerca de la regulación emocional y el bienestar.

―El teniente Sheron me advirtió sobre esta pregunta cuando le dije que vendría. He hecho los deberes, Alba, y he pensado en escoger un jerbo. Discretos, adaptables y les veo con capacidad de mantener la calma aún cuando las circunstancias se tuercen. Eficaces y silenciosos. Perfectos para mí.

―Su trabajo si que fue perfecto.

―No crea. En Hábastrin se cometieron muchos errores y yo no estoy exenta de ellos. Pero bueno, acabamos sacando…

―Sssh ―la mandé callar olvidándome de las formalidades―. Si alguien quiere saber lo que conseguisteis, tendrá que leer Bajo amenaza desconocida.

Martha sonrió y con un aparato similar a un busca, llamó al pelotón EMC. Nos fuimos todos juntos al cine. Vimos una película llamada «Inside Out». Se sintieron muy identificados con algunos de sus personajes. Unas hamburguesas para el grupo pusieron el broche de oro a una tarde excepcional. Prometieron repetir. Les esperaré con ganas.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *