Di otro sorbo al vaso de agua que tenía preparado. Seguía sintiendo la boca seca. Miré el reloj por quinta vez en los últimos tres minutos. Estaba a punto de llegar y yo me moría de vergüenza. Anthony Sheron entraría por la puerta del estudio de un momento a otro. El teniente había nacido en mi imaginación y había vivido y sufrido demasiado por mi culpa. ¿Lo entendería? En mi defensa solo podía pensar que fueron otros los que causaron su desaparición, aunque, siendo justa, yo había creado a esos otros…
La incertidumbre me maltrataba mientras caminaba impulsivamente de un extremo al otro del estudio. Unos suaves golpes en la puerta me provocaron una breve parada cardíaca.
―¡Adelante! ―respondí más alto de lo esperado.
Estaba tan nerviosa que ni siquiera era capaz de modular mi propia voz. «Contrólate» me reprendí y me forcé a sonreír mientras veía entrar al teniente más conocido de «Bajo amenaza desconocida». Cuando me miró a los ojos, sonriente, no pude ocultar mi sorpresa:
―¡Te has dejado barba! ―exclamé incapaz de controlar mi impulso de admiradora.
Él se llevó la mano derecha estirada a la frente en un saludo militar y respondió:
―Sin ella parecía demasiado joven.
Me sonrió con calidez y yo noté como un ardiente rubor coloreaba mis mejillas. Consciente de mi falta de profesionalidad, me obligué a disculparme:
―Disculpe, teniente. ―Le invité a sentarse en el sofá con el brazo―. Póngase cómodo. ¿Quiere tomar algo?
―¿Limonada tienes?
―Normalmente no, pero sabiendo que venía usted la tengo preparada y fresca.
Me giré hacia la nevera del fondo y saqué la jarra de limonada que había preparado el día anterior. Me parecía mentira lo mucho que podía llegar a conocer a aquel hombre a pesar de no haberme encontrado fisicamente nunca con él. Al fin y al cabo, había pasado más de un año escribiendo su historia y había invadido cada rincón de mi mente durante aquella época…
―Gracias ―me dijo mientras cogía el vaso de limonada que le ofrecí―. ¿Cómo se le ocurrió entrevistarme, Alba?
―Creía que haría yo las preguntas.
Reímos los dos. De alguna manera se había creado un ambiente de confianza entre ambos y, de pronto, ya no estaba tan nerviosa como había creído que estaría. Sabía que el teniente solía causar ese efecto a su alrededor. Pero saberlo era algo muy distinto a vivirlo en primera persona. Su mirada era sincera y su recién estrenada barba le daba un aire desenfadado que le hacía parecer mucho más accesible. Respondí sin pensar:
―Me parece una persona admirable. Durante mucho tiempo desee ser como usted, teniente. Las ideas claras, la fuerza para defenderlas y la bondad para no imponerlas.
―Me halaga, pero no sé si merezco tanta admiración.
―La merece, sin duda. Después de todo lo que vivió en Hábastrin, me enseñó una valiosa lección de fortaleza y superación. La historia de Bajo amenaza desconocida no habría sido la misma sin usted, y no lo digo porque fuera el protagonista, ni tampoco por cumplir.
Anthony Sheron, sentado en el sofá se sonrojó. Dio un sorbo a la limonada y asintió con la cabeza en señal de que estaba preparado para dar comienzo a la entrevista. Respiré hondo y formulé la primera pregunta:
―¿Cuál ha sido el momento más determinante en su vida, teniente?
―Uff, creo que usted podría saber la respuesta ―resopló y me guiñó el ojo antes de continuar―: Mi desaparición trajo consigo mucho sufrimiento en Hábastrin. Creíamos que no sería posible, pero llegamos a afrontar una verdadera batalla contra la oscuridad. La depresión nunca es fácil de sobrellevar y, sumada a la ansiedad, puede convertirse en un camino tan doloroso de recorrer que puede desencadenar una rendición temprana. Habría llegado a entender que mi general no hubiera actuado como lo hizo, pero me alegro de que se sobrepusiera y pudiéramos recuperar el equilibrio y la armonía. No fue sencillo.
―Siento haberte hecho pasar por todo aquello, perdóname.
―No te preocupes. Ahora que comenzamos a tutearnos puedo olvidarlo con la misma facilidad con la que entré en el ejército.
―Me quitas una carga muy pesada de encima… Si pudiera cambiar algo del pasado, a lo mejor cambiaría las experiencias que te obligué a vivir. ¿Tú cambiarías algo de tu pasado?
―No creas que estuvo tan mal, bueno sí, pero quiero decir… Mi desaparición nos hizo darnos cuenta de la importancia de detectar a tiempo las amenazas silenciosas, el estrés crónico y los desajustes. Hay poderosos enemigos a nuestro alrededor que debemos identificar. Encontramos aliados donde jamás pensamos que existirían y, aunque habría estado bien prevenir muchas de las batallas que libramos, jamás habríamos aprendido todo lo que hicimos de haber cambiado algo. Por eso, no cambiaría nada en absoluto de mi pasado.
―Me reconforta oírte hablar de este modo. ¿Con quién dirías que has tenido más afinidad y con quién menos en tu estancia en Hábsatrin?
―Siempre he tenido muchísima afinidad con la teniente Mary Serra. Fue un apoyo incondicional entonces y lo sigue siendo a día de hoy. Es una parte esencial de mi vida ―carraspeó preparándose para la segunda parte de la pregunta―. Si tuviera que mencionar a alguien con quien tengo menos afinidad sería el sargento Pols. Nuestro turbio pasado no nos permitirá aproximar posturas jamás. Sé que no fue el único involucrado en todo aquello, pero sí fue el que me lo hizo pasar peor.
―¿Quién dirías que es tu modelo a seguir fuera de tu mundo?
―Es una pregunta interesante… ―meditó unos momentos su respuesta y añadió―: Quizás seguiría los pasos de Aslan, de «Las Crónicas de Narnia». Es una figura de autoridad y protección al tiempo que infunde esperanza y restaura el orden en tiempos de caos y desesperación. Me gustaría verme como él.
―Me gustaría veros a los dos dirigiendo una base militar.
―No sé si nos atreveríamos a tanto ―rio él mientras daba otro trago de la limonada―. Está deliciosa, gracias.
―No hay de qué. ¿Cómo te describirías en tres palabras?
―Resiliente sería la primera, sin duda. Optimista y… buen escuchador. Son dos palabras, pero espero que sirva.
―Sirve. Además estoy de acuerdo al cien por cien. Buen escuchador y buen orador, añadiría. ¿Qué lección crees que podría aprender el lector con tu historia?
―Creo que sería un aprendizaje maravilloso acerca de la importancia del equilibrio emocional y cómo incluso los factores más pequeños y aparentemente insignificantes pueden tener un impacto trascendental en nuestra vida y nuestra salud. Y sobre todo, aprendería que incluso en tiempos de oscuridad, siempre hay potencial para la luz. Desconocer los puntos débiles de nuestro enemigo no lo convierte en invencible.
―Qué bonito oírte hablar así.
―Puede resultar llamativo para muchas personas, pero me resulta bonito pensar en todo lo que ocurrió en Hábastrin y ver hasta dónde hemos llegado gracias a ello. Podría haber sido un camino más sencillo, aunque no habríamos aprendido las cosas del mismo modo ―dio el último trago a la limonada y levantó el dedo índice hacia mí―. Puedo responderte a la última pregunta, es la que más curiosa me parece. ¿Con qué animal me identifico? ―abrí los ojos con asombro sin interrumpirle―. Sí, me leo tus entrevistas, me encanta la sección de Intermundo. He preparado esta respuesta en concreto y me ha costado identificarme con otro animal. Espero que me permitas ser un poco creativo porque elegiría ser un fénix. Simboliza la resurrección, su capacidad de renacer de las cenizas refleja mi propia experiencia. La batalla en Hábastrin contra el mayor enemigo de nuestra historia nos rompió hasta el punto de que necesitamos resurgir de nuestras cenizas para volver a nacer con más fuerza.
―Suelo aceptar por respuesta animales reales, pero oírte hablar así hace que dé por válida tu justificación. Al fin y al cabo, en Proyecto Intermundo todo es posible, ¿quién sabe? A lo mejor acabo teniendo un fénix como mascota para la próxima temporada.
―Me gustaría verlo.
Sheron rio con sinceridad. Estaba cómodo y yo me quité el peso que cargaba en los hombros por haberle hecho pasar por el calvario que vivió en Bajo amenaza desconocida. Era un buen hombre y antes de irme a comer con él y pasar una tarde estupenda hablando sobre los nuevos cotilleos de la base militar de Hábastrin, me hice una promesa: si alguna vez había una segunda parte de Bajo amenaza desconocida, Sheron no sería quién sufriría. No se lo merecía.
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.
Buena entrevista
Estoy de acuerdo , Anthony Sheron merece otra oportunidad, en este segunda vida desde un punto menos tensionado. Demostrando todo lo fuerte qué es.
Me ha gustado mucho la entrevista.
¡Cuánto me alegra que te haya gustado! El pobre teniente Sheron no sabía dónde se metía cuando se alistó en el ejercito de Hábastrin. Si esa segunda parte ve la luz, tendré que buscar una nueva víctima inocente… Digo un nuevo protagonista.