Ponter Boddit (El Paralaje Neandertal)

Portada de la novela Homínifod, escrita por Robert J. Sawyer, bajo el sello de Proyecto Intermundo.

Los poderosos golpes hicieron temblar la madera de la puerta. Grité un «Adelante» y cerré la novela de ciencia ficción que tenía entre manos. Ponter Boddit había llegado. Lo conocía gracias a Robert J. Sawyer en su novela Homínidos y seguí sus pasos a través de la trilogía El Paralaje Neandertal. Pero haber leído sobre él no impidió que me sorprendiera cuando entró en el despacho.

Un hombre alto, de cejas pobladas y pronunciadas, con la mandíbula más ancha de lo normal entró en el estudio de Proyecto Intermundo con pasos firmes y seguros.

―Bienvenido, doctor Boddit.

―Llámame Ponter, Alba.

Sonreí por cortesía y le invité a tomar asiento en el sofá de los invitados.

―¿Quiere tomar algo?

―Agua está bien. Aunque me resulta fascinante como habéis desarrollado tantas bebidas diferentes, aún no me he acostumbrado a tanta variedad. En mi mundo tomo agua.

Le serví un vaso de agua fresca y, tras asegurarme que se encontraba cómodo, empecé la entrevista.

―¿Podrías decirme cuál ha sido el momento más determinante de tu vida?

―Esa es una pregunta muy sencilla: el momento en el que crucé a tu mundo. Descubrir la existencia de los Homo sapiens y toda su tecnología y desarrollo fue un choque absoluto para mi comprensión del universo. Me hizo replantearme todo lo que creía sobre la inteligencia, la evolución y mi propia especie.

―Debió ser un choque cultural increíble. No debió ser fácil adaptarte a vivir entre nosotros.

―La verdad es que no, pero la vida consiste en adaptarse, Alba.

―Si pudieras, ¿cambiarías alguna decisión del pasado?

―Cometí muchos errores a la hora de interactuar con los humanos durante mi primer contacto con ellos. Con vosotros, quiero decir. Me ayudó a aprender mucho, aunque me habría gustado hacerlo de otro modo.

―¿Con quién has tenido más afinidad en tu historia?

―Con Mary Vaughan. Tuvimos una gran conexión. Su mente inquisitiva y su deseo de entenderme hicieron que nuestras conversaciones fueran algunas de las más estimulantes que he tenido nunca.

―Fue bonito leer vuestra historia y cómo intentabais sobreponeros a las dificultades. ¿Con quién tuviste menos afinidad?

Ponter Boddit se recostó hacia atrás en el sofá y contestó con una seriedad que le daba un aspecto aún más imponente de lo que ya hacían sus marcadas facciones neandertales.

―Hubo muchos humanos cerrados de mente, científicos escépticos. Con ellos fue muy difícil tratar. Era muy frustrante ver cómo rechazaban la posibilidad de que un Homo neanderthalensis pudiera ser su igual intelectual.

―Te pido perdón por ello, hay gente que tiene un ego demasiado desarrollado.

Él asintió con la cabeza y tomó lo que le quedaba de agua.

―¿Quieres más? ―él negó con la mano―. Dime, Ponter, ¿tienes a alguien con quien te sientas identificado fuera de tu mundo?

El físico respondió suavizando sus endurecidos rasgos neandertales antes de responder:

―Te reconozco que, aunque no me gustó la forma en la que acabó desenvolviéndose, Victor Frank me cautivó por su afán de perseguir el conocimiento y el entendimiento de lo que hay más allá.

―Nunca habría dicho que tuvierais algo en común. El doctor Frank estuvo aquí hace un tiempo y me transmitió algo muy diferente a ti. Aunque los dos, como científicos, habéis hecho grandes avances. ¿Cómo te describirías en tres palabras?

―Curioso, racional, reflexivo.

―Creo que todos fuimos un poco reflexivos contigo y tu historia. La lectura de Homínidos parecía cargada de preguntas morales, sin respuesta, plagadas de reflexión.

―Nunca deberíamos perder esa curiosidad y esa capacidad de hacernos las preguntas adecuadas, no porque sus respuestas sean importantes o correctas, sino porque lo es la propia reflexión.

―Estoy de acuerdo. Además de lo obvio, ¿qué lección crees que puede aprender alguien con tu historia?

―Que la inteligencia y la humanidad no son exclusivas de una sola especie. Que la diversidad y la empatía son fundamentales para la evolución, y no solo la biológica, sino también la cultural.

―Coincido contigo, Ponter. Llegamos al final de la entrevista con la última pregunta, la que esperan los lectores con más curiosidad. Si fueras un animal, ¿cuál serías?

―Un delfín ―sonrió marcando sus abruptas facciones neandertales―. Son criaturas altamente inteligentes y sociales, conocidas por su habilidad para comunicarse y colaborar tanto dentro de su propia especie como con otros, lo cual refleja mi propio deseo de establecer puentes entre culturas y especies para un entendimiento mutuo y enriquecimiento.

―Ha sido un placer haber compartido contigo este rato y me gustaría poder charlar un poco más, si te parece bien.

Ponter Boddit aceptó y lo llevé a conocer la variedad de bebidas que tanto le habían fascinado a su llegada. Mary Vaughan se unió a nosotros unas pocas horas después y charlamos del mundo de la biología, la física cuántica y, cuando avanzó la noche, de cosas más mundanas y divertidas. Fue un acierto adentrarme en las novelas de Robert J. Sawyer y en su mundo literario de ciencia ficción.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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