El muchacho que había llamado a la puerta entró en el estudio de Proyecto Intermundo con una elegancia impropias de una edad tan temprana. De constitución delgada y piel clara, Regin de Winar daba la sensación de ser delicado y apuesto. Me miró y sonrió de un modo encantador. El alumno del Gremio de los Magos de Imardin (a quien conocí en profundidad gracias a la lectura de «La Aprendiz» de Trudi Canavan) caminó con andares seguros por la habitación.
―Supongo que este es mi asiento ―dijo al llegar al sofá preparado para los invitados.
―Así es ―sonreí y añadí―: ¿Deseas beber algo?
―¿Una copa de vino, quizás?
Me levanté de mi silla y me acerqué al armarito donde guardaba las botellas especiales. Una adquisición inteligente que hice al darme cuenta de que Proyecto Intermundo comenzaba a tomar cuerpo y crecía cada día.
Le ofrecí la copa. Regin la cogió con delicadeza, se notaba que pertenecía a una de las familias nobles de Imardin.
―Cuando desees, Alba.
Me acomodé en mi silla y comencé mi entrevista:
―¿Cuál ha sido el momento que más ha determinado tu vida?
―Sin duda cuando descubrí mi afinidad mágica. Comencé mi formación en el Gremio de los Magos y me permitió afrontar todo lo que vino después. No puedo decir más, ¿verdad?
―Me temo que no ―negué con la cabeza―. Quien desee saber lo que tuviste que enfrentar debería leer tu historia. Dime, Regin ¿cambiarías alguna decisión de tu pasado?
Sonrió con nerviosismo.
―Todos cometemos errores, lo ideal sería aprender de ellos. Con el aprendizaje que hice yo de los míos, descubrí que podría haber manejado mejor mis acciones. Ya sabes, con más sabiduría y paciencia. La impulsividad me llevó a conflictos innecesarios… Sonea despertaba la peor parte de mí, aunque sigo sin aceptarla, no puedo entender cómo llegó tan lejos.
Opté por no decir nada. Durante la lectura de la trilogía de las Crónicas del Mago Negro, seguí los pasos de Sonea y me apasionó su historia. Empaticé con ella y con todo lo que tuvo que sufrir, por lo que me costó escuchar a Regin sin tensarme por lo que decía de ella. En lugar de un enfrentamiento, opté por continuar con la entrevista:
―¿Con quién has tenido más afinidad y con quien menos?
―Mi tío, Lord Garrel entendía bien mis motivaciones y me llevó al extremo para poder mejorar. Sin embargo, Sonea no debería haberse cruzado nunca en mi camino. Su visión de la magia es absurda y hace que el resto perdamos credibilidad.
―Comprendo ―me limité a decir esforzándome por mantener mis opiniones personales a buen recaudo―. ¿Tienes algún modelo a seguir fuera de tu mundo?
―Cuando leí la historia del Coronel Paul Aranzai me resultó inspiradora. Ese hombre supo defender sus ideales y luchó por mejorar la base de Hábastrin. No sé si en «Bajo amenaza desconocida» todos sus compañeros admiraron lo que hizo, pero para mí es todo un referente.
Me tomé un tiempo para meditar su respuesta. Si el coronel Aranzai supiera que se había convertido en inspiración para alguien, seguramente reconsideraría sus acciones. O no. Salí de mi estupor momentáneo y continué con el cuestionario:
―¿Cómo te describirías en tres palabras?
―Determinado, leal, impulsivo.
―¿Qué lección crees que el lector puede aprender de tu historia?
―En mi historia creo que la perseverancia y el coraje toman un peso crucial. Cuestionar la autoridad y luchar por lo que se considera justo es algo que nos permite enfrentarnos a grandes desafíos.
―Una muy buena lección. Si fueras un animal, ¿cuál serías?
―Un águila. Elegante, poderosa, guerrera. Me representa bien.
Asentí con una sonrisa cortés.
―Muchas gracias por tu tiempo, Regin. Aquí finaliza la entrevista. No desearía robarte más tiempo de estudio, supongo que los exámenes de la universidad son complejos.
―Más de lo que te imaginas. Sin ser un mago de alta cuna es difícil ponerse en la piel de los estudiantes que nos esforzamos tanto por lograr convertirnos en magos poderosos. Defenderé Kyralia con mis habilidades de guerrero y Lord Garrel y toda mi familia estarán orgullosos de mí.
―Te deseo lo mejor, Regin. Mucha suerte con tu formación y espero vernos pronto.
Él asintió con la cabeza y abandonó el estudio de Proyecto Intermundo. Le vi alejarse con cierta ternura. Le conocí en «La Aprendiz» y sabía lo que le ocurriría, lo que se vería obligado a aprender, pero aún le quedaban un par de novelas para llegar a ese punto. Y yo aún tenía que reseñarlas…
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.