Me levanté de mi asiento, impaciente. Cogí el ejemplar de «El Gremio de los Magos» que había extraído de mi estantería y lo ojeé con nerviosismo. Me parecía mentira que fuera a conocer a la protagonista de la trilogía de las Crónicas del Mago Negro.
Trudi Canavan había llenado mis momentos de lectura durante varios meses con aquella saga. Su narración sobre la vida de Sonea me había puesto en sobre aviso: llegaría temprano a la entrevista. Su obsesiva puntualidad no podía pillarme por sorpresa. Cogí el folio donde tenía anotadas las preguntas que le haría y lo golpeé con suavidad contra la mesa igualándolo al resto de notas y papeles que había debajo.
–¿Se puede? –una mujer delgada asomó la cabeza por la puerta del estudio.
–Por supuesto.
Me incorporé con una sonrisa y bordeé la mesa para saludarla con un apretón de manos. Sonea reaccionó con seriedad y una seguridad que dejaban clara su fuerte personalidad. No en vano, se había criado en las barriadas de Imardin, donde la apariencia de seguridad y fortaleza podría salvarle la vida.
–Bienvenida. Ponte cómoda. –Se sentó en el sofá de las visitas y sonrió por cortesía–. ¿Quieres tomar algo?
–No, gracias. No me acostumbro a vuestra ausencia de raka.
–Creo que tengo algo que podría gustarte.
Abrí el mueble donde guardaba las infusiones y extraje una lata donde había guardado mi última adquisición: yerba mate. No estaba acostumbrada a tomarla, pero una buena amiga me la había recomendado por su intenso sabor amargo. Ella también había leído las aventuras de Sonea y las dos estábamos convencidas de que le encantaría la bebida. Por eso, ultimé su preparación y se lo ofrecí.
Ella dio un sorbo con curiosidad. Se le iluminó la cara. Dio algunos tragos más antes de emitir su veredicto:
–Nada será como mi preciada raka, pero esta alternativa se le acerca bastante.
–¿No quieres un poco de azúcar?
Sonea negó con la cabeza.
–Así está perfecto.
Me senté en mi silla satisfecha, cogí un bolígrafo para las notas y comencé la entrevista:
–Me gustaría comenzar preguntándote por el momento más determinante de tu vida.
–Descubrir mi potencial mágico fue un evento que cambió mi vida radicalmente. Me sacó de las calles y me adentró en un mundo completamente desconocido. No solo tuve que aprender a controlar mis recién descubiertas habilidades, sino que también tuve que desenvolverme en una sociedad demasiado extraña y hostil para mí.
–Recuerdo todos los obstáculos a los que tuviste que enfrentarte. No creo que fuera sencillo sobreponerte a ellos.
–Reconozco que, con todo lo que sé a día de hoy, habría sido recomendable actuar de forma distinta en algunas ocasiones.
–Si tuvieras que elegir una, ¿cuál sería esa acción que cambiarías de tu pasado?
–Sin duda confiaría más en aquellos que lucharon por ayudarme al principio. Mi desconfianza inicial me llevó a cometer errores que tuvieron graves repercusiones no solo para mí, sino también para mis amigos.
–No podías haberlo sabido. Para mí, que conocía toda la información de la historia gracias a los textos de Trudi Canavan, era evidente que tenías que confiar en ellos, pero tú lo hiciste lo mejor que podías con la información que tenías en aquel momento.
–Lo sé, intento repetírmelo. Al final todo ocurrió como debía y cada uno acabamos donde teníamos que estar.
–¿Con quién dirías que has tenido más afinidad y a quién preferirías no volver a ver?
–Rothen fue mi gran apoyo. Estuvo a mi lado cuando más lo necesité y me ayudó a adaptarme a la realidad del Gremio. No puedo decir lo mismo de Regin. Su hostilidad y sus prejuicios convirtieron mi vida en un infierno dentro de la universidad. Por suerte, al final pude…
–Un momento, recuerda que no podemos dar demasiados datos. En nuestro mundo un spoiler es un delito grave.
Sonea soltó una risita nerviosa. Ella, igual que yo, sabía cómo había evolucionado su vida. Sin embargo, no podíamos arriesgarnos a que alguien que quisiera leer su historia se encontrara con datos que le arruinaran la novela.
Dio un nuevo sorbo al mate mientras le formulaba la siguiente pregunta:
–¿Tienes algún modelo a seguir fuera de tu mundo?
–Leí, para evadirme, unas novelas de J. K. Rowling que narraban la historia de un joven mago. Me fascinó uno de sus personajes: Hermione Granger. Ella, al igual que yo, se encontró inmersa en un mundo mágico donde necesitó probar su valía y luchar contra los prejuicios que la consideraban menos válida. Mantuvo siempre su integridad y su pasión por el aprendizaje. Leí las novelas de Harry Potter deseosa de encontrarme con ella algún día.
–A mí también me parece una mujer fascinante. De hecho, tenía pensado invitarla a pasarse por Proyecto Intermundo. Quizás podríamos tener una reunión las tres.
–Sería fantástico.
–¿Qué tres palabras utilizarías para describirte?
–Resiliente, compasiva y… determinada. No me siento cómoda halagándome a mí misma, pero en mi primer año en el Gremio pude sobreponerme a muchas dificultades sin dejar de lado a mis amigos ni mis ideales.
–Comprendo. Nadie te conoce mejor que tú misma.
Asintió sonriente y dejó el mate en la mesita frente a ella.
–¿Qué lección crees que podría aprender el lector con tu historia?
–Creo que en mi vida he dejado siempre muy claro el valor de la perseverancia y la integridad. Para mí esos son los puntos clave. También podría aprender acerca del enfrentamiento y la superación de los prejuicios, y de la importancia de buscar la justicia, incluso cuando todo parece en contra.
–El Gremio de los Magos esconde una fuerte crítica social.
–¡Que me lo digan a mí, que me tocó vivirlo!
Reímos las dos. Lamenté que la entrevista estuviera llegando a su fin. Sospechaba que podríamos pasárnoslo genial juntas durante más tiempo. Aun así, seguí mi profesionalidad y formulé la última pregunta:
–Si fueras un animal, ¿cuál escogerías?
–Me encanta la pregunta. Elegiría ser un halcón. Son aves fuertes, libres y muy perceptivas. Creo que son características que reflejan muy bien mi viaje y mis aspiraciones.
–Muchas gracias por tu sinceridad, Sonea, y por acceder a participar en el Proyecto Intermundo.
–Gracias a ti por invitarme, Alba. He pasado un rato estupendo y la verdad es que me da pena que acabe aquí.
–No sabes cuánto me alegra oírte decir eso, porque conozco un sitio estupendo donde podríamos ir a cenar, si te parece bien.
–Me parece una idea magnífica.
Y así fue como acabé cenando con la protagonista de «El Gremio de los Magos» y la introduje en el apasionante y peligroso mundo de los yogures helados. Al principio le parecieron demasiado dulces, aunque no me lo tomé muy en serio. Acabó repitiendo.
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.