Lorkin (La espía traidora)

Portada de la novela La misión del embajador, escrita por Trudi Canavan, bajo el sello de Proyecto Intermundo

Un joven alto de cabello y ojos oscuros, rasgos finos y armoniosos y una belleza exótica entró en el despacho de Proyecto Intermundo. Cuando me recuperé del impacto inicial por encontrarme frente a Lorkin, me levanté de mi sitio y saludé al protagonista de la saga La espía traidora, de Trudi Canavan. Aunque no era así como yo lo conocía, yo le recordaba como uno de mis primeros crushes literarios. Y es que devoré las páginas de La misión del embajador y me adentré de lleno en su historia imaginándome a su lado librando cada batalla.

―Gracias por invitarme, Alba.

―Gracia a ti por aceptar esta invitación ―traté de ocultar lo mejor que pude el temblor de mi voz, pero sigo sin estar segura de si lo logré.

Lorkin sonrió y avanzó ondeando su túnica morada que lo identificaba como alquimista del Gremio de los magos y yo lo miré deleitándome con aquella belleza con la que tantas veces había imaginado encontrarme.

―¿Quieres beber algo? ―le pregunté cuando logré que mi corazón latiera a un ritmo normal de nuevo.

―Un té estaría bien. Algo simple, pero con buen sabor. Ni te imaginas lo que he echado de menos los tés de Kyralia y el Gremio estando en Sachaka.

―Tengo la opción perfecta.

Le preparé un té verde y calenté algo de agua extra para mí; supuse que a mi agitado cuerpo le vendría bien una tila.

¡Atención!

Mientras se calienta el agua del té debo advertirte que esta entrevista contiene spoilers de la primera trilogía del mundo de Kyralia (Crónicas del mago negro). Aunque se trata de historias independientes, el comienzo de La espía traidora (La misión del embajador) se ubica en el final de El Gran Lord.

Sigue leyendo bajo tu responsabilidad…

Le ofrecí una taza y Lorkin se deleitó con su olor mientras sonreía. Aún tardé unos instantes en bajar la vista a los papeles y empezar la entrevista.

―¿Cuál ha sido el momento más determinante de tu vida?

―Sin duda, cuando decidí ir a Sachaka como asistente del embajador Dannyl. Fue una decisión que me sacó de mi zona de confort y me llevó a descubrir un mundo lleno de secretos, algunos más oscuros de lo que podía imaginar. Esa experiencia me cambió para siempre.

―Si pudieras, ¿cambiarías alguna decisión del pasado?

―Creo que tal vez habría sido más cauteloso al involucrarme con los Traidores. Pero, aunque fue peligroso, esas experiencias me enseñaron mucho sobre la lealtad y el sacrificio. A veces, incluso los errores nos conducen hacia el camino correcto.

―¿Con quién has tenido más afinidad y con quién menos en tu historia?

―Tuve mucha afinidad con Tyvara. Su fortaleza y dedicación a sus propios principios me impresionaron profundamente. En cambio, encontré difícil llevarme bien con algunos de los magos de Sachaka; muchos tienen un sentido de superioridad que me resulta irritante y la diferencia cultural supongo que es insalvable.

―Espero que nuestras diferencias culturales que no abran brechas. Aquí en la Tierra, la magia escasea y nuestra visión de ella difiere de la vuestra en Kyralia.

Lorkin sonrió de un modo encantador y dio un trago al té. Ni siquiera creo que fuera consciente de lo mucho que le gustaba aquella sonrisa a la adolescente que habitaba en mi interior.

―Estoy seguro de que podríamos llegar a entendernos. La comprensión y la empatía son la base de cualquier buena relación diplomática. Solo con ellas podrían construirse puentes incluso entre culturas que parecen irreconciliables.

―Me alegra oír eso. Dime, Lorkin, ¿tienes algún modelo a seguir fuera de tu mundo?

Desvió su mirada hacia el techo, meditando la respuesta y yo aproveché para observarlo maravillada hasta que terminó por contestar:

―Ged, de Un mago de Terramar. Su viaje por aceptar sus propias sombras y descubrir su lugar en el mundo resuena mucho conmigo. Además, su relación con el poder y la responsabilidad tiene paralelismos con mi propia vida.

―¿Cómo te describirías en tres palabras?

―Curioso, determinado, reflexivo.

―¿Cuál es la lección que podría aprender el lector con tu historia?

―Que la verdad no siempre es fácil de aceptar, pero buscarla y enfrentarla es esencial.

―Qué bonitas palabras incluso después de lo que descubriste… Me alegra ver lo mucho que has evolucionado desde entonces ―sonrió y dio un sorbo a su té―. Llegamos a la última pregunta, ¿qué animal serías?

―Una garceta, quizás. Se mueve con cautela, pero siempre está observando, buscando lo que está oculto debajo de la superficie. Además, me atrae su conexión con el agua, para mí representa cambio y fluidez.

―Muchas gracias por tu tiempo y tu sinceridad.

―Gracias a ti.

Se levantó y me tendió la taza vacía y, al hacerlo, me pareció ver de nuevo a su padre, pero con la bondad y la determinación de su madre. Reacia a dejar pasar la oportunidad de pasar más rato con él, lo invité a cenar, temerosa por cuál podría ser su respuesta.

Aceptó. ¡Lorkin aceptó! El muchacho que me había acompañado durante las semanas que me duraron las novelas que protagonizó (La misión del embajador, La renegada, La reina traidora) quería pasar más rato conmigo. A partir de este punto fingiré que no recuerdo nada de lo que pasó ni de lo que hablamos, pero el mago de Trudi Canavan me sorprendió, para bien, en varios aspectos. Una tarde que guardaré para siempre en mi corazón.

Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.

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