El mago de túnica negra que esperaba al otro lado de la puerta hizo que mi cuerpo se estremeciera. Akkarin, el Gran Lord del Gremio de los Magos de Imardin, era un hombre imponente, de mirada penetrante y apuesta. Noté como mis mejillas se ruborizaban y le invité a entrar al tiempo que agachaba la cabeza para evitar que se notara aquella reacción adolescente. Trudi Canavan había plasmado en sus libros de las Crónicas del Mago Negro cómo era estar frente al Gran Lord a la perfección.
―Bienvenido, Akkarin. Ponte cómodo. ¿Quieres tomar algo?
―Puedo aceptar una copa de vino rojo; no sería una cuestión de placer, sino de cortesía.
Sonreí mientras él se sentaba en el sofá y le serví una copa de vino. Se la ofrecí y me senté en mi escritorio. Las manos me temblaban cuando cogí los folios así que respiré hondo un par de veces antes de comenzar con la entrevista.
―¿Cuál ha sido el momento que dirías que ha marcado tu vida?
―Descubrir los conocimientos prohibidos de la magia negra fue un momento que cambió mi vida para siempre. Y no solo mi propio destino, sino también el de todo Kyralia. Las motivaciones que me llevaron a esa decisión solo me pertenecen a mí, Alba.
―Y a todo el que se haya adentrado entre las páginas de El Gran Lord ―Akkarin asintió, sombrío―. Si pudieras cambiar alguna decisión del pasado, ¿lo harías?
―Sí ―sonó seco. Se detuvo un instante y dio un trago a su vino. Parecía buscar el coraje que necesitaba para continuar hablando―. Desconfié demasiado de gente que no lo merecía. Podría haber actuado de otro modo que hubiera dado más seguridad a Sonea y al resto de miembros del Gremio.
―Dime, Akkarin, ¿con quién has tenido más afinidad?
―Takan se mantuvo siempre a mi lado, leal y confiable. Sin él no habría logrado mis propósitos.
―¿Y con quién has tenido menos afinidad?
―Podría mencionar a Lorlen. Su constante resistencia y juicio moral se interpusieron demasiadas veces en la toma de decisiones pragmáticas. Sus intenciones no eran malas, pero me dificultó seguir mi camino.
―Recuerdo vuestra tortuosa relación. ¿Tienes algún referente fuera de tu mundo?
―Eric de Melniboné. Su búsqueda de poder y control sobre su propio destino refleja en cierta medida la mía. Siento cierto vínculo con él pues los dos hemos sido forzados a cargar con un poder oscuro que, en ocasiones, parece tener vida propia.
―¿Qué tras palabras escogerías para describirte?
―Resuelto, reservado y protector. Aunque no creo que esas fueran las palabras que emplearían otros sobre mí.
―Poco importa cómo nos vean los demás, Akkarin. Aquí lo único crucial es cómo nos vemos a nosotros mismos.
Akkarin bebió de su copa con la mirada perdida en el infinito y yo desvié mi atención al ejemplar de El Gran Lord que había encima de mi escritorio. Había sido una lectura interesante, aunque también reflexiva. Una reflexión con la que quise profundizar en la percepción del misterioso Gran Lord.
―¿Qué lección crees que esconden las páginas de tu historia?
―Que el poder conlleva un precio. Tomar decisiones difíciles por el bien mayor requiere sacrificios personales. Nuestra fuerza no reside en el poder absoluto, sino en saber cuándo usarlo y cuándo contenerse.
―Es una reflexión preciosa.
Akkarin inclinó la cabeza en señal de agradecimiento y apuró su copa de vino.
―Llegamos a la última pregunta. ¿Qué animal serías?
―Una serpiente marina. Oculta en las profundidades, con una fuerza y astucia que no deben subestimarse. Es letal, calculadora y siempre atenta a su entorno. Así es como yo me veo.
Sonreí fascinada por sus palabras y su embriagador tono de voz. Deseaba escucharle hablar mucho más tiempo. Le invité a tomar algo, pero rehusó mi oferta. Tenía demasiadas obligaciones en Imardin de las que ocuparse. Con cierta nostalgia, me despedí de él y deseé poder volver a verle aunque fuera más allá de las normas de Proyecto Intermundo.
Cada día agradezco la visión de Trudi Canavan, que me permitió conocer a Akkarin, a Regin, a Sonea y a todos los demás, a través de sus Crónicas del Mago Negro y en especial todo el desarrollo que se produjo en El Gran Lord, su última entrega. Si bien aquella no fue la última historia que aconteció entre los magos de Kyralia, si tienes paciencia, mente inquieta, pronto tendrás nuevas noticias.
Gracias, mente inquieta, por visitar Intermundo.
Nos leeremos en otra ocasión, … o en otro mundo.