El secreto del guitarrista

Los cantos de aquellas personas llenaron la ciudad. Cada semana, sin excepción, los miembros del grupo Mant cantaban al atardecer para ahuyentar a los malos espíritus. Gracias a su encomiable labor, la ciudad de Saricega se había mantenido intacta cuando sus municipios vecinos ya habían caído tentados por la poderosa fuerza que corrompía las almas de sus habitantes.

Los amuletos habían perdido su fuerza y los antiguos conjuros ya no tenían su efecto protector. Por eso, el grupo Mant se había convertido en uno de los más venerados por los habitantes de Saricega. Sus voces continuaron inundando cada rincón de la ciudad tan solo acompañadas de la música que nacía de una vieja guitarra que había ido pasando entre los miembros del grupo de generación en generación. Una guitarra que había sido testigo de todo lo que ocurría allí. Su anciana madera guardaba secretos inconfesables y, en aquel momento, entre los melódicos acordes que protegían la ciudad, escondía una información que mantenía inquieto al guitarrista que la ocultaba.

Los miembros de Mant, ignorando lo que el músico tenía que contar, continuaron cantando tan solo centrados en su misión protectora hasta que la noche oscureció por completo las calles de la ciudad y la luna brilló sin fuerza en el cielo. Con los últimos acordes y las notas finales, el grupo se dispersó. Todos se recogieron en sus casas, salvo cuatro jóvenes que, con el valor que les infundía la labor del grupo, decidieron quedarse un poco más disfrutando del tiempo juntos.

En la sala, que pocos minutos atrás había estado ocupada por decenas de cantantes, tan solo se encontraban una pareja recién llegada al grupo, el guitarrista y la mujer que había decidido compartir su vida con él. El músico no podía seguir ocultando por más tiempo su secreto. Aquel era el momento perfecto para confesar lo que le mantenía despierto por las noches.

Tomó aire y respiró un par de veces más tratando de encontrar el valor para sincerarse. Su compañera, consciente de que ella era parte importante en el secreto del guitarrista, decidió ayudarle y dijo con alegría: «Los buenos espíritus nos acompañan». Los dos oyentes sonrieron y juntos celebraron la buena noticia. Pronto serían uno más en su noble batalla contra la oscuridad.

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