Mary Vaughan (El Paralaje Neandertal)

Portada de la novela Humanos, escrita por Robert J. Sawyer, bajo el sello de Proyecto Intermundo.

Mary Vaughan entró en mi despacho con su bata blanca. La genetista que conocí en la novela Homínidos de Robert J. Sawyer, entró comiendo un sándwich.

―Discúlpame, Alba. Hemos tenido lío en el laboratorio y el señor Boddit no ha podido traerme antes.

―No se preocupe doctora Vaughan, ¿quiere beber algo?

―Sí, gracias. ¿Tienes té verde? Lo prefiero para mantenerme alerta sin sobrecargar el sistema nervioso. He pasado demasiadas horas en el laboratorio y quiero volcarme con esta entrevista.

Sonreí y preparé el té mientras ella terminaba de mordisquear lo que le quedaba de sándwich sentada en el sofá de los invitados. Le ofrecí la taza y tomé asiento para empezar la entrevista.

―Si le parece bien, comenzamos, doctora. ―Ella asintió y yo formulé la primera pregunta―: ¿Cuál ha sido el momento más determinante de su vida?

―Sin duda, el primer contacto con los neandertales del universo paralelo, con el señor Boddit. Cambió no solo mi percepción del ser humano, sino también mi propósito como científica. Comprender que la inteligencia, la empatía y la civilización pueden tomar formas radicalmente distintas me obligó a cuestionar cada uno de nuestros supuestos culturales y biológicos.

―Fue todo un descubrimiento para una mente científica como la suya.

―¡Y tanto!

Sonrió y dio un sorbo a su té. Cuando dejó la taza en la mesita baja frente a ella, continué con la siguiente pregunta:

―¿Cambiaría alguna decisión del pasado?

―Sin duda, me habría gustado ser más valiente. Me costó mucho alzar la voz contra la manipulación y el racismo sutil que vi en mis colegas. La ciencia debe ser ética o no será nada. Me arrepiento de mis injustos silencios.

―Comprendo esa sensación. Muchas veces somos más cómplices de lo que creemos solo por callar y permitir que una injusticia siga sucediendo. ―Asintió con pesar y yo me recoloqué en mi silla para continuar―: ¿Con quién ha tenido más afinidad, doctora Vaughan?

―Lo cierto es que he tenido una afinidad inesperada con muchos de los neandertales con los que he podido contactar. No puedo contar mucho de lo que sucedió, pero Ponter Boddit me enseñó mucho más de lo que creía posible.

―¿Y con quién diría que ha tenido menos afinidad?

―Podría darte un nombre en particular, pero preferiría no hacerlo. Espero poder olvidarlo algún día de mi vida. Pero si quieres una respuesta más general, hubo varios científicos del gobierno estadounidense cuya visión reduccionista y utilitaria de los neandertales me resultaba éticamente repulsiva.

Con una mueca de desagrado cogió su taza y dio otro sorbo al té.

―¿Tiene algún modelo a seguir fuera de su mundo?

―Me inspira mucho Susan Calvin, la robopsicóloga de Yo, Robot. Isaac Asimov la describió como una mujer brillante en un entorno dominado por hombres, con una mente afilada, ética compleja y una fascinación profunda por lo que nos hace humanos. Creo que podría haber entendido a los neandertales como sujetos, no como curiosidades.

―Me parece una mujer fascinante a mí también, y estoy pensando en invitarla a pasarse por Proyecto Intermundo para responder a mis preguntas.

―Me encantará leer sus respuestas, Alba.

―¿Cómo se describiría con tres palabras?

―Racional, empática, determinada.

―¿Qué lección cree que podría aprenderse con su historia?

―Que nuestra visión del otro es limitada por nuestra propia cultura y prejuicios. El verdadero avance de la humanidad no vendrá solo de la tecnología, sino de aprender a comprender y respetar inteligencias y culturas diferentes a la nuestra, aunque no encajen en nuestros esquemas.

―Una lección tan valiosa como necesaria. Llegamos a la última pregunta, ¿qué animal sería, doctora Vaughan?

―Un delfín ―respondió con una sonrisa―. Altamente inteligente, social, comunicativo… y a veces subestimado.

―Me gusta verla así. Hasta aquí la entrevista de hoy, si lo desea podemos ir a tomar algo antes de que vuelva a su laboratorio. No sé si un sándwich es suficiente para mantener despierta una mente como la suya.

―No lo es ―rio―. Acepto encantada, pero debo poner una condición, Alba: tutéame.

Acepté su condición sin pensarlo y acabamos riendo a carcajadas en medio de un escape room con temática científica. Ponter Boddit se unió después a nosotras y juntos nos fuimos a cenar.

Fue un día memorable, aunque no sé si la programación del laboratorio de genética de la doctora Mary Vaughan puede decir lo mismo de su larga ausencia. Supongo que los personajes de Homínidos, Humanos e Híbridos, de Robert J. Sawyer tuvieron que esperar al día siguiente para disfrutar de la sabiduría de su genetista estrella.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *